El que se queda afuera de la cancha merodea por el lugar buscando sonidos, que son todo lo que le queda. Los gritos desde adentro relatan el partido sin decir una palabra, directo al corazón del hincha que se quedó sin entrada. Algún relator aporta precisiones con la velocidad de una metralleta, desde la radio de un celular. Cada tanto un tiro de la policía aturde, tratando de disuadir a algún indomable que no entiende que se tiene que quedar afuera de la fiesta, por no tener determinado papel.
El domingo a las cuatro la gente ya estaba atravesando el parque hacia la cancha, en un día radiante. La expectativa de todos se expresaba de diferentes formas, mientras un grupo de personas aprovechaba la ocasión para sacar algunos pesos. Todo tranquilo.
La gente se agolpaba en las puertas del estadio, cada vez con más impaciencia, mientras uno a uno iban entrando los hinchas, la mayoría por las puertas, algunos por los techos. La policía estaba por todos lados, haciendo sentir el poder que le cedimos todos nosotros. Las puertas se iban cerrando a medida que se colmaba la capacidad del estadio, y la gente que quedaba afuera era redirigida, o arriada, por la policía montada. La función de ordenar, por momentos funcionaba sólo como una excusa para seguir el viejísimo círculo vicioso del odio entre la policía y el resto de la gente. Odio que finalmente se haría oír a la salida del partido.
Cerraron la última puerta y afuera del estadio la gente se echó a escuchar. Newell´s podía salir campeón con ese partido y sólo quedaba estar ahí, lo más cerca que se pudo.
Segundo tiempo. Uno a cero seguía ganando San Lorenzo y afuera se calmaba el ambiente. Sólo algunos chicos seguían intentando entrar, trepándose por una manguera que le tendían los amigos desde arriba. Parte de la hinchada se entretenía tirándole cosas a la policía. La esperanza siguió ahí, avivada por alguna canción.
Faltando 5 minutos abrieron las puertas y la gente entró corriendo a ver lo que quedaba del partido. Adentro por fin, el estadio temblaba con el estruendo de una hinchada que seguía cantando viendo como el partido no avanzaba. Cuando empezó a salir la gente en masa, desde adentro se escuchó una gran cantidad de tiros de la policía y la gente que salía se desbandó de nuevo hacia el interior del estadio, a esperar a que se calme el ambiente. Cada tiro que se escuchaba eran mil insultos hacia la policía y una vez en la calle la gente pateaba los cascotes que debían haber sido la respuesta, o la provocación, lo mismo da, del sonido de las escopetas.
Alejandro Panza
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Newell`s - San Lorenzo, desde afuera
14 de diciembre de 2009Etiquetas: Alejandro Panza, desde afuera, disturbios, Newell`s, San Lorenzo
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