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ESTA LÁSTIMA LASTIMA

6 de diciembre de 2009




¡Lástima que se acabó! Lástima que no quiso entrar, que lo dieron todo para que fuera realidad, que las lágrimas caen más lentas cuando uno vuelve de otro pueblo, que el corazón no podía entender que éramos privilegiados por estar ahí, peleando nuevamente una final.

Lastima el gesto de dolor de los jugadores. Las heridas en sus cuerpos, el goce de un arquero sin cuello, la fuerza de una policía sin ideas, la impotencia de no poder empujar la pelota dentro de la red, el “mono” agarrándose la cabeza con las dos manos después de que “chucho” entrara por atrás y la enviara rozando el palo; Lastima por la entrega, el coraje, las ganas y el fútbol, por sobre todo el fútbol.

Lástima que se termina un ciclo, hubiera sido fantástico coronarlo, lo merecían todos: DIRIGENTES, CUERPO TÉCNICO, JUGADORES E HINCHAS. Todos y cada uno de ellos sabían que este era el momento. El club está como nunca en sus cien años de vida, y eso es algo impagable y que todo el mundo debe reconocer y disfrutar. Pero uno siempre desea lo que no tiene…



Lastima el viento y los baches: el primero hasta arruinó el recibimiento. Y entre los dos dificultaron el manejo del balón. De igual modo SAN MARTÍN siempre fue más, en cada uno de los sectores fue superior e imprimió el ritmo de una final que se jugó como tal.

Lástima que no pudimos gritar, ¿cómo pudo ser?, si estábamos todos en puntas de pie, sentíamos que en cualquier momento iba a llegar y que si adicionaba dos minutos más, lo conseguían. Los rostros sin rumbo, los abrazos que consuelan, la gente tirada en el césped, los rezos a diversos Dioses, las lágrimas, las cábalas, la caminata en silencio entre bombas y gritos ajenos, los agravios y la bronca nos envolvió a todos. No pudo ser, una vez más.

Lastima no volver el domingo. NO TENER REVANCHA. No tener oportunidad de revalidar, de imponerse, de levantarse. Quisiera uno jugar ya, entrar en algún torneo, cruzar de vuelta esos caminos que conducen al mismo Parque nos vio crecer. Y disfrutar, del encuentro más mágico que se puede imaginar: ¡La pelota y la camiseta de San Martín!




¡Gracias por jugar como lo hicieron!
¡Gracias por llevarnos a ese lugar que merecemos!
¡El que deba partir, espero que jamás olvide nuestra casa!
¡El que se quede, entienda que estas cosas pasan!
¡El que quiera llorar que llore…para eso es hincha de fútbol!
¡Y el que sea incondicional, tranquilo…ya va a llegar nuestro turno!

LEANDRO ROJAS

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