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Personajes rosarinos: El "hermano de Quique Pessoa"

10 de noviembre de 2009


Hay personas que sólo pueden existir debido a ciertas peculiaridades del contexto. Son signos particulares del lenguaje de la ciudad y el mensaje nos llega sin que nos dirijan una palabra.

Sube al 153 que va a la florida un hombre a vender lapiceras. Físicamente se parece a Quique Pessoa. Habla unas palabras con el colectivero y empieza su presentación. Todo el colectivo resuena con una poderosa voz. También se parece a Quique Pessoa por su dicción perfecta, que usa para vender biromes. “Mire señora que bonita lapicera, trabajada en acrílico cristal, con una micropunta de acero” En ese colectivo, de repente, los pasajeros tienen una extraña visión sobre cómo puede ser la carrera laboral de algunas profesiones.

“Además, mi querida, si adquiere este artículo, tiene un doble beneficio, por que se lleva un fibrón de tres pulgadas con punta de fibra de cáñamo y tinta lavable. No puede perder hoy, esta preciosa posibilidad” Incluso la d final se escucha con claridad, mientras, la imaginación de los pasajeros vuela. Lo ven preguntando por un trabajo de locutor en muchas radios, saturadas de pasantes haciendo café a cambio de una oportunidad laboral.

¿Hay demasiada oferta laboral de artistas y gente con talentos estéticos en la ciudad de Rosario? Tal vez no sobran artistas, falta gente que sepa pagar por lo que ellos hacen. El chico que lleva una guitarra, desde los asientos de atrás recuerda que ayer le llegó un mail sobre un paro de músicos, que se estaban organizando para que las bandas no sufran el abuso de los bares, los cuales además de pagar el sonido, los hacen pagar un extra por tocar en ese lugar. Pagar para trabajar.

“¿Cómo puede sobrar un artista?” se pregunta el nene que juega con el viento de la ventanilla. El colectivo agarra un bache y la gente se despabila. Tal vez sea solo un vendedor de lapiceras con una muy buena dicción.

Por Alejandro Panza

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